¡NUEVO! BIBLIOTECA ORO ROJA nº 27, COLECCIÓN MOLINO (I) nos. 19 y 23, MAUCCI VIAJES Y AVENTURAS nº 6

PIERRE BENOIT, GRAN MAESTRO DE LA AVENTURA

Tengo la costumbre, cuando ello está a mi alcance y el interés del relato es suficiente, de leer seguidas tres o cuatro obras de un mismo autor. Esto tiene la virtud de proporcionarme una visión de conjunto de su trabajo, al tiempo que me permite observar las características y evolución de su estilo. No encuentro otro inconveniente en esta práctica -que, por otra parte, imagino ha de ser bastante común entre lectores inveterados- sino que ello obliga a aplazar durante algún tiempo otras lecturas igualmente interesantes. Correspondió esta vez salir del letargo de las estanterías a cuatro novelas de Pierre Benoit, autor francés muy popular en su época que hoy apenas se reimprime a pesar de traerse frecuentemente como ejemplo de buen uso de la gramática francesa. Su obra se enmarca netamente dentro del género de la novela de aventuras, con escasas incursiones en otros terrenos, como la novela introspectiva. Uno de sus relatos más conocidos es, probablemente, La châtelaine du Liban (La castellana del Líbano) publicada en 1924, novela que, junto con Le soleil de minuit (El sol de medianoche) de 1930, Le désert du Gobi (El desierto de Gobi) de 1941 y L'Atlantide (La Atlántida) su segunda novela, aparecida en 1919, formaron el cuarteto de integrantes de la lectura non-stop, escritos por el autor al que consagro esta “Acotación”.

La obra de Benoit constituye, en su conjunto, una contribución de primer orden al género de la novela de aventuras. Situada en el máximo nivel, tanto por su dominio de la técnica argumental como por la calidad de sus personajes y la pureza de su estilo, su producción dista mucho de poder ser asimilada a la de la mayoría de los autores convencionalmente integrados bajo esa etiqueta. Llama la atención, no obstante, que sus personajes femeninos, los cuales le proporcionaron justa fama, compartan rasgos con muchas de las heroínas del pulp y la novela popular. Sus mujeres tienen mucho de la femme fatale que usando sus encantos arrastra a la perdición al héroe viril, pero en último extremo vulnerable, merced a la labor de seducción más o menos sutil a que se le somete. Aún más, ciertos personajes femeninos pueden ser considerados literalmente como "vampiresas". Es el caso de la protagonista de La Atlántida, Antinéa, cuyos amantes terminan por morir horriblemente para ser, más tarde, recubiertos de oro y convertidos en piezas originales de una extraña colección. No obstante, en la mayoría de los casos habría que matizar el calificativo, introduciendo el concepto de “dulces vampiresas”, por cuanto el erotismo que subyace al relato de Benoit se presenta al lector de manera exquisitamente correcta, circunstancia que explica en gran medida el extraordinario éxito de ventas que tuvo a lo largo de su prolongada carrera de escritor.

Nacido en Albi en 1886, Benoit pasa los años de infancia y buena parte de su juventud en el África francesa, primero en Túnez y más tarde en Argelia. Es muy probable pues que el exotismo de los escenarios africanos quedara pronto impregnado en la retina del autor que, años más tarde, los utilizaría como telón de fondo de algunas de sus novelas. De regreso a Francia, cursa estudios de Letras y Derecho, simultáneamente, en Montpellier. El Mediodía, tierra singular por muchas razones en el contexto de la unidad de Francia, ejercerá asimismo una fuerte influencia en la obra furtura del joven escritor. Participa en la Gran Guerra, cayendo gravemente enfermo tras la batalla de Charleroi. Tras varios meses en el hospital, es desmovilizado. La conclusión del armisticio marca una nueva etapa en la vida de Benoit, quien tras el reencuentro con algunos amigos del mundo de las letras (Francis Carco, Roland Dorgèles, Pierre McOrlan), escribe y publica en 1918 Koenigsmark, su priera novela, que tendrá un gran acogida por parte del público lector de postguerra. En 1920, la aparición de La Atlántida, le consagrará como uno de los autores de mayor éxito del momento. Desde entonces hasta 1962, fecha de su muerte, publicará cuarenta novelas, todas ellas en la editorial Albin Michel. A lo largo de dos etapas de su vida, que preceden y suceden, respectivamente, a la segunda postguerra, Pierre Benoit ejerció como reportero internacional por cuenta de diversos periódicos, lo que le permitió no solo visitar países de todo el globo sino también entrevistar a personajes de enorme trascendencia histórica como Mustafá Kemal, Benito Mussolini, Haile Selassie, Hermann Goering o Antonio Oliveira Salzar. Muchos de sus viajes están reflejados en su obra, caracterizada por un desarrollo de la acción en el marco de la lucha más o menos velada de las metrópolis europeas por la preponderancia colonial, entre las cuales Francia, por mor y gracia de la pluma del autor, se ve exaltada como paradigma de los valores de la amistad y la concordia, particularmente en lo que hace al trato humano procurado al elemento indígena de la colonia por los franceses metropolitanos.

Un acontecimiento triste, además de injusto, vendrá a marcar la etapa de madurez del autor: su internamiento en la prisión de Fresnes durante seis meses, seguido de su inclusión en las listas de intelectuales colaboracionistas elaborada por los elementos de la depuración (al frente de ellos, Elsa Triolet). En efecto, a pesar de haber rechazado ofrecimientos por parte del gobierno de Vichy, como el de asumir el puesto de director del Teatro Francés, Pierre Benoit engrosará la amplia lista de artistas, escritores e intelectuales represaliados por el régimen filocomunista de la postguerra, aunque probablemente el bajo perfil político de su conducta personal y de su obra le evitará acompañar en el infortunio del exilio a otros grandes escritores franceses, como Céline, o pagar con su vida el haber expresado con vehemencia opiniones, por muy erradas que fueran éstas, como le sucedió a Robert Brasillach. El autor que consagró buena parte de su actividad como escritor a ofrecer una nueva versión del papel de la femme fatale en el género de aventuras fue, sin embargo, el protagonista de un matrimonio tardío. En 1947 contrae nupcias con una señora de la burguesía de provincias, Marcelle, que fallecerá en 1960. Incapaz de reponerse a la pérdida de su compañera, rinde homenaje a su amor otoñal con la publicación en 1961 de Les amours mortes (Los amores muertos), poco antes de su propia muerte, acaecida en 1962.


Para saber más sobre Pierre Benoit FR

Intersante link sobre La Atlántida EN

2 comentarios:

El Abuelito dijo...

¡¡¿Cómo no conocía este blogo?! Me apresuroa enlazarlo con el Desván... ¡alguien que cuelga portadas de folletín! ¡La caraba! usted y yo somos parientes blóguicos... abrazos mil!!

E. Martínez dijo...

Gracias Abuelito, aquí estamos con está afición al papel... ¡y qué siga por muchos años! Lo bueno es que le animen a uno a seguir. Gracias. Lo malo es que en el blog solo tenemos a servidor como empleado.